EL DIABLO
La luna empapaba mi desnudez
haciéndola centellear como diamante.
Por las ventanas se deslizó el diablo.
Sus ojos fuego, me encendieron,
provocando un calor antiguo.
Silente acarició mis muslos
atrapando con ternura mis muñecas.
Lo seguí hipnotizada sin censuras,
de sensualidad abrumada,
por pasillos oscuros y recónditos.
Pasadizos de mi fantasía,
que sola, no animaba abordar.
El danzó dentro de mi.
Aplanó mi vientre y mis pechos.
Incendió mi boca con su lengua.
Pulverizó las barreras en minutos,
acostumbró mis oídos a sus bisbiseos.
Como una cobra encantada me rendí,
sobre satén y champagne.
Y fui suya... mil veces suya,
hasta extenuarme, y volver...
Solo para que me arrulle
con sus voces de milenios ancestrales.
Para hacerme sentir mujer
como hace tiempo.
Para ser hembra cautiva
del eterno deseo.
Amarlo con los siete pecados capitales
y más ...
Abro mis ventanas para que arribe.
En noches invernales y a puro viento
le grito a la noche insomne
perlada de vírgenes estrellas:
le diga que vuelva, regrese,
ambiciono venderle el alma
eternamente.
Ser su esclava perenne,
amarlo hasta el infinito
en noches como aquella..