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BARDA

Premio

Premio

Hoy, 6 de diciembre tuvimos el placer de asistir al Ateneo de Montevideo, a recibir un premio en el XVIII Concurso Literario de Cuento y Poesía: "Prof. Antonio Apa Lucas". Se trató del Primer Premio de la categoría Cuento Corto - Adultos ganado con "Dos Tías".

Cuento

Cuento

ECLIPSE DE CORDURA 

 

Siempre fui racional. Por eso, no deja de sorprenderme como me dejé llevar aquella noche por sentimientos encontrados.

El día se había desarrollado con tranquilidad. Unos pocos pacientes de rutina; hacer el almuerzo para los chicos y mi marido. Arreglar un poco el loquero en que se convertía la casa después de casi una semana de guardia y hacer  llamadas.

Sonó el teléfono y uno de mis hijos me pasó el teléfono.

Estaba de guardia como médico forense, al servicio de lo que pudiese ocurrir y del juez.

Esa noche reclamaban mi presencia en una seccional. Habían detenido a un hombre joven, en los límites de la capital, donde comienzan los campos de sembradíos de fruta y verdura.

Le pedí las llaves del auto a Ramón; con paso apurado, molesta por la hora, eran las 22 horas, estaba por  terminar la guardia, tenía que trasladarme lejos y tarde. La noche estaba apacible pero algo me llamó la atención. Más temprano, antes de cenar, había mirado por la ventana y una luna hermosa coronaba la noche.

Sin embargo ahora no había luna.

Cuando atravesé la puerta del edificio, todo estaba tranquilo. Dos policías tomaban café.

-         Buenas noches, soy el médico forense

-         Buenas noches doctora, el juez no va a venir... pero tenemos un detenido.

-         Bien.¿Qué sucedió?

-         Recibimos llamadas. Había un hombre robando las quintas. Después otros llamados informando que habían lastimado a un individuo de sexo masculino y que estaba herido. Hicimos varias rondas, hasta que lo encontramos.

-         Lo hallamos pero el N/N no estaba robando nada. Dijo el policía joven.

-         Lo examinaré para ver si está herido...

-         Lo va a tener que mandar al psiquiátrico doctora.

Me condujeron hasta la celda. Un hombre joven de unos treinta años, miraba por la ventana con tristeza, tenía heridas leves pero tenía... parecían pedradas. Estaba descalzo, un pantalón viejo y el torso desnudo.

-         Buenas noches, soy la doctora ¿qué le pasó?

-         Nada grave doctora, pero me tiene que dejar salir

-         Tranquilícese, lo voy a curar, mientras cuénteme que estaba haciendo en las quintas. Lo demás lo hablaremos después,

Los policías acercaron el botiquín y se fueron.

-         ¿ Lo apedrearon ?. Pregunté.

-         No tiene importancia, tengo que salir.

-         ¿Cuál es la prisa?

-         Si hay apuro, ¿ porque sabe? Tengo que llevarla de un lado para otro.

-         ¿Qué cosa tiene que llevar? Dije mientras miré alrededor sabiendo que nada tenia.

-         La esperanza, doctora. Yo empujo la esperanza de un lado a otro todas las noches. Para que todos tengan un poco.

-         ¿Así que usted empuja la esperanza ? Para que todos tengan un poco, digamos, la va moviendo.

Ya casi había terminado de curarlo, pero lo que escuchaba no dejaba de sorprenderme. Una locura tan linda nunca se me hubiese ocurrido.

-         Si, la empujo. La luna me ayuda con su luz. Sino, no vería por dónde la tengo que llevar

-         Pero lo pueden confundir y herir. Los dueños de los campos cree que usted esta robando y lo han lastimado.

-         Tengo que empujarla doctora, la esperanza debe estar todos los días en un lugar diferente. Si no lo hago, llamarán a otro que lo haga. ¿Sabe? El encargado de llevarla ahora soy yo.

Esto último lo decía con un orgullo. En sus ojos solo podía ver bondad.

Me había encontrado en situaciones tristes y dramáticas. Pero en ese momento tenía que decidir entre dejar al hombre suelto o internarlo en un psiquiátrico. Nada había hecho. Estaba loco, pero su locura a nadie hacia mal sino a si mismo. Los hospitales para enfermos mentales eran peor que una cárcel.

Seguía frente al informe sin escribir la sentencia de encierro por demencia...

Perdí tiempo deliberadamente tomando café con los policías. No la escribí.

A las dos de la mañana les dije:

-         Señores, van a tener que llamar al otro doctor, mi guardia terminó hace dos horas.

Me miraron sorprendidos y cómplices.

-         No, ¿para que vamos a llamar? El N/N no hizo nada, ya lo curó, lo dejaremos libre

-         Bien, buenas noches caballeros.

Cuando faltaban apenas cinco cuadras para llegar a casa, el espejo del retrovisor me devolvía nuevamente una luna llena, hermosa, tal como la había visto temprano. Una sensación misteriosa me recorrió.

Unas cuantas noches no abandoné el cielo con la mirada, buscando la luna e imaginando al loco empujando la esperanza de un lado a otro. Me sentía feliz de no haber contribuido a su encierro. Con el transcurso del tiempo fui olvidando.

Hace un año de esto y la violencia va en aumento, en la calle como en el supermercado.

Casi en todas las guardias me encontraba con uno o dos cadáveres. Las personas se matan por una discusión.

Por eso anoche cuando me llamaron no me sorprendió.

Subí a la camioneta policial y comenzamos a recorrer la carretera. Dejábamos la ciudad lejos, de frente veía como la luna se eclipsaba levemente.

Me trajo recuerdos. Abandonamos la carretera para tomar un camino, luego otro y otro; hasta pensé que en cualquier momento, se terminaría la senda.

El vehículo se detuvo, los policías bajaron, uno me abrió la puerta.

-         Tenemos que seguir a pie, doctora.

Caminamos hacía un lugar donde se adivinaban sombras, en un pequeño claro entre el maizal. Un grupo de personas con una sola linterna, murmuraban bajo.

Se erguía siniestro un espantapájaros. Presentí lo peor, la luna ya no estaba.

Nos fuimos abriendo paso hasta el lugar. Caminé lentamente hasta el muñeco, su débil cabeza colgaba, sus ojos apuntaban el piso, lo fui descubriendo poco a poco con la luz de la linterna.

A sus pies mi N/N de un año y medio atrás, sus piernas encogidas, el mentón clavado entre las piernas, lloraba amargamente.

-         Hola, tanto tiempo

Su mirada se elevo hasta la mía. Sus ojos llenos de lagrimas me conmovieron como hacia tiempo nada lo lograba. Tenía heridas. 

-         Hola doctora.

-         Hola, ¿que pasó esta vez? Pregunté sabiendo de sobra lo que pasaba.

-         Me cansé, no la empujo más. Lo hago por el bien de todos y me lastiman.

Me desconcertó. El buen loco se había hartado de que lo humillaran.

-         No empujo más la esperanza, ¡que se quede donde quiera!.

-         Pero...¿y si no la empujas que vamos a hacer?

Mientras lo curaba, me atacó el pánico.¿Como se rehusaba a seguir empujando la esperanza ? La luna se había ocultado totalmente.

-         Tenés que seguir, no te des por vencido.

-         No valoran mi esfuerzo, ¡que lo hago por ellos!.

Allí en plena noche estaba con el N/N tratando de convencerlo de seguir con su locura, cada vez mas lejos de internarlo, mientras los policías, dispersaban a la gente alejándolos. No se me ocurría argumento alguno para hacerlo cambiar de idea.

-         ¿Sabes? Mirá, la luna se fue decepcionada. ¡No podemos quedar sin esperanza ni luna !.

-         Es que ella sale para que yo pueda ver donde empujar. Como no empujo no sale.

-         Por eso mismo....vos tenés que seguir. No me vas a decir ahora que unos pocos cuerdos pueden más. Vamos, fuerza, ya sale de nuevo la luna, es sólo un eclipse de cordura, dura poco.

Me paré en mis dos piernas, tembleque, caminé unos pasos hasta los policías. Miré el cielo la luna asomaba apenas una puntita. Sonreí con paz , estaba chiflada...

-         Nos vamos. Dije a los policías.

Y sin mirar atrás me alejé, sabiendo que la esperanza estaba en carrera nuevamente.

  

Autor: Mariela rodriguez

Ilustración: Juan Sosa Di Cono

Premio

Premio

El día 3 de diciembre tuvimos el placer de viajar a la ciudad de Libertad ( San José ) a recibir un reconocimiento en el III Certamen Internacional de Poesia y Cuento Breve: "Don Antonio M. Hernández". Se trató del Primer Accesit de la categoría Cuento ganado con "Eclipse de Cordura". Gracias a nuestras anfitrionas Belta Díaz y Alma del Campo por su hospitalidad.

Poema

Poema

AMOR INCONDICIONAL

Del amor incondicional...
sólo déjame la condición
de salvajes jinetes
y húmedos susurros.
Ser tu, la savia lubricante
de esta selva sedienta.
Brindame el amanecer calmo
de insinuaciones.
Y el crepúsculo violento
de los actos.
Cólmame sin medidas austeras.
Sin los tiempos
ni las formas.

 

Déjame vagar infinitamente.
El instante
El momento
El ahora

Mariela 2006-02-16

Poema

Poema

Cuando me brindas tu espalda

 

Cuando me brindas tu espalda

me asaltan estas urgencias

de recorrerla

Desnudar tu sueño

con mis ganas

Lograr que te sientas pleno

coqueteándola

Cuando descubro tu espalda

el asombro me atrapa.

Mis sentidos se alertan

Y despabilan mis ansias

Descorrer el velo

Verte a los ojos

Percibir que tus pupilas

alumbran mi alma

Sentir tus manos

ardiendo entre mis pechos

Que gozo librar la batalla

ganándole  a la rutina

Tus piernas, tu boca, tu sexo

me alcanzan

 

http://video.google.es/videoplay?docid=8970178511732085853&hl=es

Encuentro

Encuentro

El día 8 tuvimos el enorme placer de compartir un almuerzo con el reconocido poeta y escritor José María Pinilla.

Dicho escritor que reside en Barcelona tiene en su haber numerosas publicaciones, venia de viaje desde Peru donde es representante de la casa del escritor peruano. Hizo una breve escala en nuestro pais para confraternizar con sus amigos.

Su mas reciente publicación "Umbral de Tolerancia" publicado por Ediciones Atenas de Barcelona.

 

Poesía

Poesía

Texto del poema premiado en Salto:

 

HORACIO

 

¿Cuántos amores te han buscado?

Desaguan tus ojos inocentes

al partir tu padre.

En nuestras tierras naranjas

Salto acunó sin consuelo

a un Horacio indescifrable,

frente a padrastro y escopeta.

De tu mano sin pecado

Federico te observa inerte,

y tu, rodeado de muerte

Querido Horacio

cesantes tus hermanos

desampararon tu pluma enlutada

¿Cuántos amantes te han encontrado?

Ni Misiones y sus ruinas

o tu selva pasional

lograron la desdicha arrinconar.

Ana, agónicos días,

el amor que desertaba,

 retornaría

en el nombre de María.

Poca estadía

y nuevamente sumirte

en ausentes vidas.

Muchos te han buscado,

sólo ella te halló.

Fuiste a su encuentro

cual amante destinado

te consagraste completo

con oscuros presagios.

Salto y sus calles,

la selva y su verde,

plañen de cianuro

tu anunciado obituario

 

 

Premio

Premio

El 7 de noviembre viajamos a la ciudad de Salto, donde asistimos a la premiación del 3er. concurso literario "Fiesta del Inmigrante" enmarcado en los festejos por los 250 años de dicha ciudad.

Allí fuimos honrados con el tercer puesto en Poesía con el texto "Horacio".

Cuento

Cuento

ESPERANZA

Mi pasión siempre fueron los caballos, animales nobles, emblema de fortaleza y firmeza.“Esperanza” era hermosa, jamás pensé que mis padres pudieran hacer el esfuerzo de regalármela.

Mi sueño de toda la vida, era correr en sulkis, hasta el momento había sido un simple observador de las carreras, y mis expectativas, sólo anhelos lejanos.

Ahora con la potranca tendría la oportunidad tan deseada. La habían adquirido con sus ahorros a uno de los mejores criadores de caballos.

Nos criamos juntos,  inseparables. Se volvió el eje de mi vida, nunca dudé de que ella sintiera lo mismo por mi. Aquel divino animal sería , durante años el centro de mi atención , cariño y cuidados.

De potranca la acostumbré a darle azúcar o zanahoria, ambos alimentos eran su mejor manjar, a cambio yo recibía su húmedo y tierno lamido en la mejilla. Esa costumbre se arraigó con los años y se volvió infaltable entre nosotros.

Tenía el pelaje suave, gris casi plateado, sus ojos enormes, blandos, dulces como jamás había visto. Se dejaba peinar las crines horas, mientras su cuello giraba hacía mi lado, su hocico largo y sinuoso acariciaba de una forma casi humana mi rostro. Era increíble como aquel animal podía ser tan grande y suave a la vez.

Al bañarla con cepillo en mano su cola acariciaba mis piernas.

Las patas eran cuatro hermosos fuertes pilares, elegantes, nerviosos y siempre en movimiento. Eran cuidados únicamente por mi, les ponía las vendas, polaínas, cubrenudos y cubrecañas, jamás dejé los aprontes de una carrera en manos de otro.

La entrené para correr junto con un avezado y veterano instructor. La yegua era mi vida, realmente la amaba, no me imaginaba sin ella, éramos inseparables amigos y compinches.

Corrimos muchas carreras, cuando estuvo pronta y lista para hacerlo. Ella desafiante, segura, era la mejor. Nunca perdía la garra , tampoco su tremenda dulzura.Lograba tener las mejores condiciones del animal y del humano. Me colmó de medallas, copas y premios. Pero lo más importante era tenerla a mi lado, sentir como oía mi corazón cuando éste estaba triste, sus ojos marrones parecían adivinar lo que por mis adentros pasaba. Me escuchaba hablarle a la oreja, contándole mis pesares ella respondía con suaves relinchos, no cabía duda, comprendía mi alma .

Pasaron unos años cuando nos tocó correr una carrera en Porto Alegre. Allá fuimos. Salimos, dejamos las cintas de largada, en tercer puesto, no me preocupó sabía de la experiencia de “Esperanza” en las competencias. Cuando estábamos en segundo lugar, en la mitad de la segunda vuelta, el primer sulki tuvo problemas. Una de las ruedas se desprendió,  atravesándose... Veníamos detrás casi a punto de  robarle el primer puesto, cuando vi lo que pasaba , pero fue en vano, imposible hacer nada. “Esperanza” ya estaba encima del accidente, tropezó... Salí despedido  por encima de la yegua. Atrás nuestro iban cayendo los demás competidores, en cadena, como piezas de un maldito dominó...

Todo se volvió un infierno de personas, sulkis y caballos cayendo por doquier.

Me levanté maltrecho, con una gran herida en la pierna derecha, me dolían todos los huesos. No me importó el dolor, mi mirada se centro en “Esperanza”. No se levantaba, tan sólo seguía mis movimientos torpes hacía ella, con sus ojos llenos tristeza y dulzura.

Corrió el veterinario…

La caída había sido fatal,  nunca más podría correr,  nunca más caminar como solía hacerlo, con ese porte tan propio de ella, tan particular y elegante.Mientras la trasladaban la observé,  aunque difícil de creer para aquellos que no aman a los animales; ella parecía comprender la gravedad de la situación.Pasaron meses, mis ansias de correr se acabaron, los ahorros por mantener a “Esperanza”  conmigo menguaban...

No sabía que hacer. La razón, y los veterinarios me decían que debía sacrificarla.¿Cómo matarla?¿Sólo porque ya no podía correr, darme logros en  campeonatos, llevarme medallas?

Me fui a caminar, tratando de despejar la mente, caminé por la Av. Millán, me encontré sin proponérmelo en las puertas del Hogar Español, ahí donde van los ancianos cuando no tienen a nadie que cuide de ellos. Cuando parece ser que su vida útil a llegado a su fin.

Había leído en un articulo, que los ancianos se recuperan mejor de sus tristezas si tienen animales con ellos..¿Porqué no, “Esperanza”?

Ella tenía más amor para dar que muchos humanos a los que había tenido la desgracia de conocer. Allí sobraba lugar y cariño para darle. Nada se perdía con probar de hablar …

Salí contento, feliz. Tuve miedo del rechazo, de una negativa pero no fue así. La propuesta que la yegua quedará en el hogar le pareció bien al gerente del lugar.“Esperanza” tendría por delante una sola tarea, animar y darle todo su afecto a los internados en el hogar.

Me llené de gozo cuando a las tres semanas de haberla llevado, fui a visitarla, la vi…

Un viejito le cepillaba la crin plateada mientras le daba en aquel querido hocico un terrón de azúcar.

Ella estaba libre en aquel inmenso parque, ya no tendría que competir, sólo dar la dulzura de la que siempre me colmó a personas que lo necesitaban más que yo.Sus blandos ojos se volvieron hacia mi, parecía darme las gracias de dejarla en buenas manos, de terminar sus años de esa hermosa manera. Sólo tenía que gozar del afecto de aquellos que tanto necesitaban, brindarlo  y recibirlo.

Para mi también culminaba un tiempo, el de la competencia. Uno nuevo comenzaba: el de acariciar los recuerdos, abrigar el amor que la yegua me brindó por años.

Revivir los instantes de mutua compañía no sería un ciclo menos importante y gratificante.

Tan sólo un ciclo diferente, de otra magnitud...  

Cuento con Mencion de Honor en concurso Ecqus/Grupo Erato año 2004

 Autor: Mariela Rodríguez

 Ilustrador: José A. Lardone (mendoza-argentina)

Cuento

Cuento

LOS FANTASMAS DEL PROGRESO

 La lluvia era torrencial, no se veía nada. Uno de los dos policías entró chorreando, dejando por donde caminaba charcos de agua.

-          ¡Qué maldita lluvia, no sé cuándo va a parar!

-          No sé a qué saliste de ronda, en una noche como esta, si total no hay nada que cuidar.¡ Esto es un pueblo fantasma.! Dijo el otro mientras secaba el piso.

La puerta se volvió a abrir para dejar entrar a un hombre en el que las arrugas marcaban el tiempo, y las bolsas debajo de los ojos un tiempo que no era este; la lluvia lo había calado y traía consigo un farol.

-          ¡Fantasma; lo hicieron después de la represa! ¡Andresito jamás fue pueblo fantasma!. Dijo el viejo apoyando el farol encima de la mesa cercana.

-          ¿Por qué no se mudó? Masculló el empapado, mientras servía unas grapas.

-          ¡Pero Don anda por ahí pegándonos sustos con el farol! Acá no queda nadie ya. Y acercándole una silla le sirvió una grapa.

-          ¡Claro, linternas, pilas, luz y más luz para el consumo.! No venga a decirme usté mocito quién queda y quién no...Yo me voy a quedar acá hasta encontrar a la Casilda, ya bastante tengo con no enterrar al Catucú.

-          Mire Don, todas las gentes se fueron pa’el nuevo pueblo Andresito, y usté acá de porfiado.

-          Tercos fueron los que hicieron la represa...pero claro, había que poner las famosas turbinas. No pensaron en las gentes que tuvieron que desalojar, como si dirse de sus casas fuera cosa de todos los días. Yo no hubiera tenido problemas en dirme si Catucú no se hubiese encariñao con la Casilda.

-          ¿Quién era el famoso Catucú?

-          Mi perro cimarrón, me lo había regalao un estanciero de Young. La Casilda una carpincha guacha que dejaron sin madre unos cazadores.

-          ¡Hágame el favor!, no me imagino a un cimarrón encariñao con una carpincha.

-           Ahh seguro que no. Pues sí, mi perro se crió con una carpicha media guacha, que salvé de los jabalíes. Todo iba bien; hasta le puse un cencerro a la carpincha, pa’encontrarla enseguida al borde del río. Ella presentía el sendero por el que aparecíamos, el Catucú y yo. Pero poco a poco el agua nos fue ganando los terrenos. Nos acorralaba, pero igual nos encontrábamos, un poco más allá, un poco más acá, pero nos encontrábamos.

-          ¿Vio?, por eso le decimos, se tiene que dir , dentro de poco ni esto queda. Tuito se lo llevará el agua.

-          Mire señor polecía, yo voy a seguir buscando a la Casilda con mi farol porque el cimarrón no murió al cuete. No me asusta la represa ni sus turbinas, que me lleve el agua si el Tata Dios quiere.

-          Tómese otra grapita de mientras hasta que pare esta maldita lluvia y cuente qué pasó con el cimarrón.

El viejo se acomodó en la silla, y sacando un curtido cuero con hebilla, se tomó la grapa de una, carraspeó y alguna lágrima  quedó contenida en una de sus arrugas...

-          Ya la represa había desalojao a la mayoría, pero nosotros quedamos al firme. Ese día salimos rumbeando pa’l camino. En eso me topé con una crucera que maté de un machetazo, eso fue mal augurio. El agua venía atropellando a tuitos. El cencerro de la carpincha no se oía y el perro andaba como loco dando volteretas y empujándome.

-          De repente lo oímos , el Catucú antes que yo. Pero al contrario de siempre el cimarrón comenzó a ladrar y mostrar los dientes. La verdad señores, desde donde yo estaba sólo veía los cuartos traseros del perro y a la Casilda saliendo del agua a recibirnos. El lomo tuito erizado, las patas clavadas en la tierra y los colmillos afilaos apuntando hacia el agua. La baba de rabia se escapaba de la boca y de un salto increíble pasó por encima de la carpincha pa´salvarla de un enorme yacaré., Casilda huyó despavorida, dejé de oír el cencerro. Lo único que se escuchaba era el feroz chapoteo en el creciente embalse. Lo que recuperé de mi perro, fue este pedazo de collar.   

-          ¡Bicho asqueroso el yacaré.!

-          No señor, los yacarés no tienen  culpa, la creciente fue tan repentina que también fueron desalojados. Las gentes, las casas, los árboles y bichos, tuitos fueron corridos sin preguntarles. ¡ El famoso progreso, que le dicen...! 

-          ¿Y ahora que va hacer Don?

-          Voy a seguir buscando en las orillas, con mi farol, a ver si tengo suerte y encuentro a la Casilda.    

Dicho esto se levantó, la lluvia había parado y desapareció en la noche.

La represa subió y se lleno el embalse programado por los ingenieros. Ya ni el puesto de vigilancia, ni los dos policías para cuidar el pueblo fantasma quedan. Hoy, todo Andresito duerme bajo las aguas. Pero se sabe que el río Negro, de noche, tiene además de una luna que platea sus aguas, la luz tenue de un farol, el tintineo de un cencerro y el ladrido de un heroíco cimarrón.

Autor: Mariela Rodríguez

Ilustrador: Guillermo Bernengo

El Espejo

El Espejo

El domingo 23 de julio volvimos a los estudios de TV Libre y asistimos al programa "El Espejo" conducido por Rubén Olivera.

Allí hablamos del libro "Más Allá de los Ojos" e hicimos algunas reflexiones acerca del proceso creativo.

Viernes en la Radio

Viernes en la Radio

Tuvimos el placer de ser invitados nuevamente al espacio radial "La Voz del Afiliado" que se transmite por CX40 Radio Fénix desde el palacio Don Paulino. Esta vez leimos el cuento "La Discusión" del libro "Mas Allá de los Ojos" y quedamos en volver el viernes siguiente a leer otro cuentito. Gracias Ana e Ivonne por su cordialidad !!!

Poesía

Poesía

TENTEMOS EL INFIERNO

Claros devaneos dices que provoco

es tu imaginación volátil que asciende

lentamente suben pensamientos húmedos

sujetando mis tobillos, contorneando las piernas

De olerme a distancia, injustamente acusas

es el perfume del celo que viaja

recorriendo distancias traicioneras

cercándote sin que lo rehuyas. 

Dejemos los pecados a las inquisiciones

ahogando fuegos fronterizos,

en un buen lecho, intimando desde ahora

ensayando este hermoso infierno.

Bajemos uno a uno lujuriosos peldaños

enlazando nuestras pieles como Paolo y Francesca

gozando inseparablemente

cada eslabón de la infernal cadena.

Mariela Rodriguez

Aquí está la lectura en vivo de este poema:

http://video.google.com/videoplay?docid=-46907364865528047&hl=en

Cuento

Cuento

DISCURSO FINAL

El bar, a escasa cuadra y media del endilgado Edificio de Ciencias, era concurrido por profesores, alumnos con aires de grandeza y los intelectualoides de turno.

Los dos viejos catedráticos eligieron la mesa contra la ventana. Pidieron un par de whiskys y cenicero.

A pesar de la fría noche, dentro se estaba bien.

 -          ¡Muy buena la conferencia!

 -          Si. Acotó parcamente Fernando.

 -          ¿Nada más que Sí?

 -          Es que no soporto más. ¡Aquel mequetrefe de Umpierrez dando el broche final!. Cada vez que tomo una revista, veo los reportajes que le hacen.

 -          ¡Ahhh, por favor, Fernando, fuiste su profesor durante casi toda la carrera.!

 -          Por eso mismo, no tenés idea lo que fue aguantar su mirada bondadosa, celeste, limpia de rencor durante años.

 -          Pero... ¡cuando terminó de dar el discurso lo fuiste a saludar!. ¡No entiendo!.

 -          Eso, justamente, lo fui a saludar. Después de ocho años aún tengo grabada en la memoria los años de facultad.

 -          No es para tanto, che, vos seguiste con la docencia, el tipo se dedicó a la investigación. Un científico al que llaman de Suecia, Francia ...

 -          Ya sé, ¡por favor no lo repitas!. Estoy enterado hasta de la correspondencia que mantiene con las figuras más importantes del entorno.

Tres alumnos interrumpieron el diálogo y se acomodaron bajo la mirada apenas disimulada de fastidio de Fernando. Durante hora y media fueron cinco en aquella mesa.

Cuando quedaron solos nuevamente, con el quinto whisky en curso, Pedro se vió sorprendido por el exabrupto:

-          ¡Le hice la vida imposible!, ¡le hice...!

-          ¿Ehh?

-          Si , eso. Durante las clases, lo dejaba en ridículo frente al resto. ¿Sabés que hacía?

-          No..

-          ¡Nada! Se sentaba. Sólo me miraba. Le ponía dificultades en los parciales, lo complicaba cada vez que daba un oral. Pedro: ¡¡¡ le hice perder dos años consecutivos por la misma materia !!! ¿Que obtenía?... NADA. El tipo, siempre me trató con respeto. Jamás pude quebrarlo. ¡Y la mirada!. ¡Odié tanto esa mirada casi transparente, con la que acompañaba las malditas palabras!: Señor Profesor. Esta noche, era la gran oportunidad de Umpierrez . ¡¿Te das cuenta?! Cuando lo fui a saludar: “Umpierrez, qué grato para uno, habiendo sido su  profesor, verlo convertido en un investigador de primera línea”... Y otra vez... sus ojos buenos, celestes y esa impertérrita voz diciéndome: -“¡¡Profesor....mucho gusto!!”

 -   Te juro Pedro... Gritó con cara desencajada por la ira, llamando la atención de los demás concurrentes.

Umpierrez no fingía, cuando sacudiéndome la mano efusivamente, agregó:

 -   Disculpe, profesor, no recuerdo su apellido. 

Autor: Mariela Rodríguez

Ilustración: Guillermo Bernengo

Amargueando y Contando

Amargueando y Contando

En la noche del viernes asistimos al programa "Amargueando" por 1410 AM LIBRE conducido por Alberto Silva.

Entre mates y cuentos hablamos del libro "Más Allá de los Ojos" y tambien hicimos lectura en vivo del cuento "Fatal Equívoco".

Aqui se puede ver la primer parte de  la entrevista:

http://video.google.com/videoplay?docid=-2842863008199704456&hl=en

Mas Allá de los Ojos en Patio Biarritz

Mas Allá de los Ojos en Patio Biarritz

Hoy hemos hecho un convenio con la librería "Patio Biarritz" que tendra la venta exclusiva del libro para nuestros lectores.

Además de funcionar como librería, este paseo brinda talleres de literatura, cine, murga, arte, música y muchas otras disciplinas.

Allí Jorge les atenderá con su acostumbrada amabilidad. Les recomendamos lo visiten.

Centro Cultural Patio Biarritz, 21 de setiembre 3015 casi Benito Blanco, Montevideo, Tels: 710 3023 y 711 8325

 

40 y Pico

40 y Pico

El día jueves 29 de junio volvimos a los estudios de TV Libre, esta vez al programa "40 y Pico" conducido por Gustavo Martínez.

Hablamos del libro "Más Allá de los Ojos" y quedamos en volver para leer algún cuento en vivo para la teleaudiencia.

Nos gustó mucho el clima distendido en que transcurrió la entrevista y la profesionalidad demostrada por Gustavo en su conducción.

Si quieren ver la entrevista sigan este link:

http://video.google.com/videoplay?docid=5008813382853881853

De Tu Lado

De Tu Lado

Tambien el lunes 26 de junio (¡que día!) asistimos en los estudios de TV Libre al programa "De Tu Lado" conducido por Edgardo Camacho.

Realmente pasamos un rato muy agradable hablando de temas relacionados al libro "Más Allá de los Ojos" y algunos futuros proyectos.

Gracias Edgardo por tu cordialidad !

Si quieren ver la entrevista sigan este link:

http://video.google.com/videoplay?docid=4165364542443779997

Don Paulino

Don Paulino

El lunes 26 de junio tuvimos el agrado de asistir al programa "La Voz del Jubilado" que se transmite por CX40 Radio Fénix desde la sede del Palacio Paulino. Alli hablamos de "Mas Allá de los Ojos" e hicimos lectura del cuento "La Arena" por su tematica relacionada a los abuelos.

Aqui pueden ver un trozo de la entrevista:

http://video.google.com/videoplay?docid=-3377903056637638308

Lunes de Radio

Lunes de Radio

TUvimos el agrado de asistir al programa "Misceláneas" de Mabel Romero por CX40 radio Fénix. Allí estuvimos promoviendo nuestro libro "Más Allá de los Ojos" e hicimos lectura de un cuento para la audiencia. Gracias Mabel por la buena onda !!!

Aqui esta la entrevista completa para ver: http://video.google.com/videoplay?docid=9145079719106841156